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Categoría: Literatura norteamericana s.XX

Adiós a Louise Glück

Leo que ha muerto Louise Glück, y casualmente acabo de terminar sus obras completas. Pongo aquí mi colección de subrayados, que creo que representan bien sus temas y atmósferas:

La familia:

Mi retrato favorito de mi Padre está rondando los cuarenta
Sobre el rostro vacío de su primogénito
El milagro de siempre.

Mi madre quiere saber por qué, odiando tanto a la familia, tuve yo la mía. No le respondo. Lo que odiaba era ser una niña, no poder elegir a quién querer.

Como Adán, fui la primogénita. Creedme, nunca te repones, nunca olvidas el dolor en el costado, en el lugar del que sacaron algo para crear a otra persona.

Dice que la esperanza mató a sus padre, a sus abuelos. Crecía cada primavera con el trigo y moría entre el calor del verano y el frío más crudo. Al final, a ella le dijeron que viviera cerca del mar, como si eso cambiara algo.

El lugar donde crecimos:

Porque fuiste lo bastante ingenuo para amar un sitio, ahora no tienes hogar, huérfano en una sucesión de refugios. No te preparaste lo suficiente. Ante tus ojos, dos personas envejecían; te podría haber dicho que dos muertes se aproximaban. Nunca el amor de un hijo ha mantenido con vida a un padre.

Nuestra casa era gris, una de esas que compras cuando vas a formar una familia. Mi madre sigue allí, totalmente sola. Cuando se siente sola, ve la televisión.

Desde el jardín de nuestra cocina podías ver las montañas, cubiertas de nieve incluso en verano. Recuerdo un tipo de paz que no volví a sentir. De alguna forma, después decidí hacerme artista, para dar voz a esas impresiones.

Dejarás el pueblo en el que naciste y en otro país te harás muy rico, muy poderoso, pero siempre llorarás por algo que dejaste atrás, aunque no sepas lo que es, y finalmente volverás para buscarlo.

Envejecer:

Un día eres un niño rubio al que le falta un diente, y al siguiente, un anciano que respira con dificultad. Es nada, realmente, apenas un momento en la tierra. No una frase, sino una exhalación, una cesura.

Creo que voy a seguir siendo un niño. Pero el cuerpo no escucha. Lo sabe todo, sabe que no eres un niño, no lo has sido desde hace tiempo.

Ahora que es vieja, los hombres jóvenes no se le acercan, así que las noches se liberan, las calles que al anochecer eran tan peligrosas son ahora tan seguras como una pradera.

Respecto a la muerte, uno puede observar que aquellos con autoridad para hablar permanecen en silencio.

Ser diferente:

Toda gran fiesta tiene a su outsider, ese que no conoce la alegría.

¿Quién se arrodilla allí sino el niño que se siente excluido y defectuoso, para quien el recreo es un calvario?

La naturaleza como compañera:

La albahaca floreció sobre la negligencia. Árboles, abrid mi habitación. Ha llegado el bebé.

MARZO La luz permanece más tiempo en el cielo, pero es una luz fría, no nos alivia del invierno.

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El arroyo de la llorona

En A Raisin in the Sun, obra teatral sobre la que escribí en el post anterior, la familia Younger vivía en el South Side de Chicago. Alllí creció Michelle Obama y también de allí procede Sandra Cisneros, figura clave de la literatura chicana.

La obra más conocida de Sandra Cisneros es La Casa en Mango Street (1984), pero aquí voy a hablar de Woman Hollering Creek and Other Stories (traducido como El arroyo de la llorona, 1981), y en concreto del relato que da nombre al libro.

Lo más llamativo si no has leído antes literatura chicana, como yo, es que está escrito en Spanglish. Hay palabras y expresiones en español en cada página:

The arroyo one crossed on the way to San Antonio, and then once again on the way back, was called Woman Hollering, a name no one from these parts questioned, little less understood. Pues, allá de los indios, quién sabe —who knows.

Es tal la garra de este relato que te deja aturdida. Condensa las consecuencias de nacer mujer y pobre en una comunidad machista y violenta.

Aquí los pueblos se construyen de tal manera que tienes que depender del marido. O conduces o te quedas en casa. Si eres lo suficientemente rica para tener un coche y saber conducir, entonces te haces con un coche.

A Cleófilas, la protagonista, la salvan de la opresión dos mujeres que conducen su propio coche y por tanto su destino: Gracelia y Felice, Lo hacen cruzando el Arroyo de la Llorona que da título al relato.

Los que sufren tienen un poder especial, ¿no es así? El poder de entender el dolor de los demás. Y entender es el comienzo de la curación (del relato Little Miracles, Kept Promises).

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Buscando el sol

Lorraine Hansberry (1930-1965) fue la primera autora afroamericana con una obra representada en Broadway: A Raisin in the Sun (1959). Según he comprobado, solo está traducida al español como parte de una tesis doctoral. Hay una adaptación al cine protagonizada por Sydney Poitier que en España se tituló Un lunar en el sol.

Cada diálogo de A Raisin in the Sun es una apasionada denuncia -directa o implícita- de la segregación y la opresión. Una familia afroamericana de Chicago amanece con dinero y compra una casa en un barrio de población blanca. Sus futuros vecinos les ofrecen recomprar la casa para evitar que se muden. Ellos se niegan, aun sabiendo que su futuro va a ser turbulento; es la única forma de progresar.

RUTH: ¿Alguien me puede decir lo que significa asimilación?
GEORGE: Oh, es la forma que tienen en la universidad de llamar a la gente «Tío Tom». Pero no significa eso en absoluto.
RUTH: Entonces, ¿qué significa?
BENEATHA: Significa que alguien está dispuesto a renunciar a su propia cultura y a sumergirse completamente en la dominante, que es la cultura opresora

En la nueva casa, Claudia («Mama») tendrá un jardín para sus plantas. Ya no habrá que mover la maceta en busca del rayo de sol, como en el viejo apartamento. Esa maceta simboliza todo lo que Claudia quiere para su familia.

MAMA Calla, No hables de las personas a sus espaldas.
RUTH: Tú lo haces.
MAMA: Yo soy vieja y corrupta. 

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Millones de Willy Lomans

Anderson Cooper tuvo la necesidad de crear un podcast cuando, revisando los objetos de su madre recién fallecida, encontró recuerdos de su padre y su hermano, que murieron años atrás.

Aunque desciende de la aristocracia de Nueva York, en uno de los episodios Cooper recuerda a su niñera y la compara con su madre. La primera era desconocida por todos, pero una figura crucial en su vida; la segunda, Gloria Vanderbilt, protagonizó titulares durante décadas. Me acordé de esas reflexiones al leer estas palabras de Linda Loman en La muerte de un viajante (Death of a Salesman, Arthur Miller, 1949):

Willy Loman nunca ganó mucho dinero. Su nombre nunca salió en el periódico. No es el personaje más interesante que ha existido. Pero es un ser humano, algo terrible le está pasando y hay que prestarle atención. No se puede permitir que caiga en su tumba como un perro viejo. Una persona así necesita que, por fin, le prestemos atención. 

Lo cierto es que Willy Lomans hay millones en el mundo, porque Willy Loman somos todos.

Imagínate. Trabajas una vida entera para pagar una casa. Cuando por fin es tuya, ya nadie vive allí (Willy Loman)

La muerte de un viajante ha generado cientos de estudios y análisis, pero yo me quedo con su maestría para ponernos delante un espejo y recordarnos que al final de la vida casi todo lo que aquí y ahora ocupa nuestros pensamientos será insignificante. Así le habla Linda a Willy cuando dice estar descansado:

Tu mente no descansa. Tu mente es hiperactiva, y la mente es lo que cuenta, cariño.

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Serpientes del Medio Oeste

American Gothic, Art Institute of Chicago

Beth M. Howard escribía hace un par de días en el New York Times sobre los años que vivió en la casa de American Gothic (1930), el archiconocido (y parodiado) cuadro de Grant Wood.

Era hace una década y se alquilaba por 250 dólares al mes. ¿Por qué tan barata? Porque merodeaban -incluso irrumpían- turistas a cualquier hora y por contrato había que ser amable con ellos. Otras incomodidades: el ruido que hacían las tuberías, los clavos que sobresalían de la tarima o los «residentes» de los recovecos: serpientes de Gopher o bull snakes de casi dos metros que por lo menos no son venenosas… Hoy ya no se alquila como vivienda, aunque sí para eventos, y está abierta al público.

Al leer sobre las serpientes de la casa me acordé de un libro ambientado en el estado vecino, Nebraska: My Ántonia (1918), de Willa Cather. Trata sobre los pioneros de estas tierras, procedentes de países escandinavos, que se encontraban a menudo ejemplares de cascabel.

Fuchs me contó que los mormones trajeron los girasoles a este país; que durante la persecución, cuando abandonaron Missouri y se adentraron en la naturaleza buscando un lugar donde pudieran adorar a Dios a su manera, esparcieron semillas de girasol a su paso por los valles de Utah (My Ántonia, de Willa Cather).

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Lorrie Moore: Pájaros de América

Si casi te quedas dormida pero no te duermes, es meditación.

Un libro es el soporte perfecto para ajustar cuentas con tus congéneres, y más si tus pensamientos son especialmente afilados y ocurrentes. Haces una lista de 50 cosas que no soportas de los demás y la vas dosificando, cada 4-5 páginas dejas caer una y con suerte se integra bien con la historia. También puede ser al revés: escribes y sobre la marcha surgen reflexiones demoledoras. Entonces eres un artista.

Lorrie Moore sí que hace arte en Pájaros de América (si no, por principios no hubiera terminado de leerlo). Tiene algún relato que o lo lees con un poco de distancia o sales muy, muy tocado. Si estás en una fase de tu vida en la que sólo admites las lecturas de humor y/o fantasía, ni te acerques a este libro de 2009. Tiene para todos y en particular para las extrañezas del primer mundo:

El peloteo en el mundo académico (este pensamiento es recurrente en la gran novela americana):
Tienes que entender las publicaciones académicas. Nadie lee esos libros. Simplemente, todo el mundo se pone de acuerdo en publicar lo de los otros. Es una gran estupidez en círculo. Es un acuerdo rentable y gigante. Cuando te paras a pensar en ello, probablemente viola la ley de Sherman.

La medallitis:
Cada estado por separado (Georgia, Misisipí o cualquier otro) compite por atribuirse toda clase de primicias [de la Coca Cola]: se sirvió aquí por primera vez, se embotelló allí por primera vez (primera sed, primer sorbo); es una gran batalla empresarial entre dos bandos.

El no elegir uno dónde nace:
«Estados Unidos, ¿cómo puedes vivir en ese país?», había preguntado el hombre. Agnes se había encogido de hombros. «Tengo la mayoría de mis cosas allí», había dicho, y fue entonces cuando sintió por primera vez el amor y la vergüenza oscura que venían del hogar como puro accidente, el lugar profundo y arbitrario que resultaba ser el suyo.

Las muchas formas de expresar el enfado:
Fueron a comer a un restaurante y  pidieron cosas diferentes, como si los tres fueran desconocidos empeñados en reivindicar sus gustos con mal genio.

Lo que nos hace buenos:
Siempre iban tonteando de aquí para allá, y mentían a sus cónyuges. Pero ¡reciclaban los periódicos!

Las excentricidades, que se atenúan cuando se perpetran en compañía:
Por la mañana fue a visitar a sus padres a Elmhurst. Habían envuelto la casa en plástico para el invierno (las ventanas, las puertas) de modo que parecía una obra de arte vanguardista. «Así la factura de la calefacción no sube tanto», comentaron.

El miedo escénico y cómo nos domina:
Era un miedo mayor que el que se tiene a la muerte, según las revistas. La muerte ocupaba el cuarto lugar. Después de la mutilación, que era el tercero, y el divorcio, el segundo. El número uno, el verdadero miedo al cual la muerte no podía ni aproximarse, era a hablar en público.

El aprender a convivir con la soledad:
Quizá la madre nunca había manifestado afecto por Abby, la verdad es que no; pero le había dado el don de saber llevar bien la soledad, con sus terribles bandazos hacia el exterior y sus caídas suaves hacia la tranquilidad.

La utilidad de la timidez:
La timidez, dice siempre Quilty, es lo que hace que el mundo esté unido. Mejor dicho, es lo que antes hacía que el mundo  estuviera unido, lo salvaba de volverse loco con el caos. Sí, pero ahora… es otra historia.

El gap generacional cuando la educación superior llega a una familia:
Se han educado en exceso y ya no pueden hablar con sus propias madres. Eso los enloquece un poco. Literalmente han perdido la lengua materna.

Y un último apunte: ¿qué tiene la literatura norteamericana con los pájaros?

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Ruido de fondo, de Don Delillo

Ruido de fondo, de Don DeLilloEl título original de esta novela de 1985 de Don DeLillo es White Noise. Oí hablar por primera vez del «ruido blanco» cuando Joanna Goddard comentó que una de las compras imprescindibles para el recién nacido es una máquina de white noise que lo arrulle con su murmullo continuo. En español se titula Ruido de fondo, que viene a ser lo mismo pero sin esa sinestesia tan potente.

Ruido de fondo es «gran novela americana»: torrencial y habitada por personajes que brillan poco. Aunque la historia promete acción (una gran nube tóxica se aproxima a una población), DeLillo prefiere la interior de los personajes.

Desde que se produjera el escape tóxico las puestas de sol se habían vuelto casi insoportablemente hermosas, y ello sin que pudiera establecerse una relación mensurable […] Las puestas de sol solían durar cinco minutos, pero ahora duran una hora.

Me pregunto si al pensar la trama Delillo tendría ya listas las notas sobre la naturaleza humana y las iría volcando:

Sobre el lenguaje no verbal y su afectación:
Posturas fetales, extendidas, patizambas, arqueadas, envaradas, a veces casi invertidas. Se encuentran tan estudiadas que casi representan una forma de mímica clásica. Existe en ellas un elemento de refinación exagerada, de consanguinidad […] Tan sólo practican el lenguaje de su clase económica en una de sus formas externas disponibles.

… el progreso:
Si despertaras mañana en la Edad Media y se hubiera desatado una epidemia, ¿qué podrías hacer para detenerla sabiendo lo que sabes de medicina y de enfermedades? Cuanto mayor es el avance científico, más primitivos son los temores.

… el dorar la píldora:
Yo digo que tú eres brillante, tú dices que yo soy brillante. No es más que una forma de ego comunitario.

… la rutina como muerte:
La rutina puede llegar a ser mortal, Vern, si uno la lleva al extremo. Tengo un amigo que afirma que ése es el motivo por el cual la gente se toma vacaciones. No es para relajarse, ni para divertirse ni para visitar sitios nuevos. Es para escapar a la muerte que existe en la rutina.

… la nostalgia:
Murray afirma que es posible sentir nostalgia de un lugar aunque no te hayas marchado de él. La nostalgia es un producto de la insatisfacción y la rabia. Es un arreglo de cuentas entre el presente y el pasado. Cuanto más potente es la nostalgia, más nos aproxima a la violencia. La guerra es la forma que adopta la nostalgia cuando los hombres sienten la necesidad perentoria de decir algo bueno acerca de su país.

… la obesidad:
La gente experimenta confianza ante la presencia de cierta corpulencia en los demás. Cuando corren malos tiempos, la gente se muestra ansiosa por sobrealimentarse

… el miedo a la muerte: El propio Tolstói se esforzaba por comprender la muerte. Sentía un pavor espantoso hacia ella. – Es como si fuera nuestro propio miedo lo que la desencadena. Si pudiéramos aprender a no temerla, viviríamos eternamente […] La conjuramos a fuerza de hablar de ella. – ¿Y si la muerte no fuera otra cosa que ruido? – Un ruido eléctrico. – Que oyéramos eternamente. Un ruido omnipresente. Qué horror. – Uniforme, de fondo.  

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Los cuentos de Bernard Malamud

Cuentos completos de Bernard MalamudLos escritores escriben tragedias para que la gente no olvide que son humanos. Nos muestran cuál es la condición humana. Organizan el sentido de nuestras vidas para que quede claro ante nuestros ojos (del cuento Imaginemos una boda).

En un episodio de The Big Bang Theory estaba Amy Farrah Fowler ensimismada dando vueltas a lo que acababa de leer. Así pasé yo muchos ratos con los Cuentos reunidos (2011) de Bernard Malamud (1914- 1986). No es precisamente un libro que termines en tres días porque hay que cerrarlo después de cada historia.

Una de ellas, Kew Gardens, me conmovió especialmente porque hablaba de Virginia Woolf: de cómo recibía las críticas a su obra (escribió veintiún libros cuyas reseñas la asustaban), su carácter (mira que soy melancólica de nacimiento), sus cartas a Leonard (no creo que haya habido dos personas más felices que nosotros) y sus simbolismos (en cuanto a «Al faro», no tengo ni idea de qué significa, si es que tiene un significado).

En Lluvia de primavera hay un personaje con síntomas parecidos a los de Amy F.F.: George tenía una de sus noches de insomnio. Le sucedía después de acabar de leer una novela interesante, y se quedaba despierto imaginando que todas esas cosas le pasaban a él. Y el río Hudson es tan desmesurado como en otras novelas de contemporáneos como Isaac Bashevis Singer, parece que vean en él las turbulencias que dejaron en Europa: Un viento húmedo cruzaba el oscuro Hudson procedente de Nueva Jersey, impregnado del olor de la primavera. 

Pero la mayoría de los relatos hablan de los pequeños comerciantes judíos de Brooklyn recién llegados de Europa tras la Segunda Guerra Mundial: de las penurias de los tenderos (desde que el supermercado A&P se había instalado en el barrio, vendía la mitad que antes –La tienda de ultramarinos), la pérdida de una lengua (para muchas de esas personas, que se expresaban muy bien en su idioma, la mayor pérdida era la del lenguaje: no poder decir lo que querían. Se te ocurre un pensamiento sutil y te sale como un trozo de botella rota –El refugiado alemán-) o los miedos que impregnan la piel hasta la tumba (desde la guerra, los judíos se quedan en casa. Todo el mundo sale a pasarlo bien para olvidar sus problemas, pero los judíos se quedan en casa preocupados. La Segunda Avenida parece una tumba –Función benéfica-).

Me gusta menos cuando ambienta en Italia relatos que parecen ensoñaciones: Le gustaba el pueblo de tejados rojos de Pallanza, en la otra orilla, y sobre todo las cuatro hermosas islas que había en el lago, diminutas pero rebosantes de palacios, altos árboles, jardines, estatuas […] Qué belleza de nombres: Isola Bella, dei Pescatori, Madre y del Dongo […] Abajo, en las verdes y sinuosas planicies de Piamonte y Lombardía, se desperdigaban siete lagos, siete espejos que reflejaban el destino de alguien. ¿De quién? Y a lo lejos, muy alto, se alzaba el anillo de los asombrosos Alpes cubiertos de nieve (La dama del lago).

Leyendo La muerte en mí me acordé mucho del Tenement Museum de Nueva YorkMarcus era sastre desde mucho antes de la guerra, un hombre optimista con una tupida mata de pelo grisáceo, cejas finas y frágiles y manos benevolentes, que había entrado en el ramo de la confección relativamente tarde. Como su mala salud también había prosperado, por decirlo de algún modo, se había visto obligado a contratar a un ayudante que trabajaba en la trastienda haciendo arreglos pero este, cuando las prendas se amontonaban, no podía dedicarse a la plancha, así que se hizo necesario contratar a un planchador; por tanto, aunque la tienda funcionaba, no iba muy bien. 

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Malamud y los chimpancés

La gracia de Dios, de Bernard MalamudMe gustaría ser la última persona sobre la faz de la Tierra y ver cómo lo resolvería. 

Leí este comentario de Vivienne Westwood y poco después la idea volvió en La gracia de Dios, la novela que publicó Bernard Malamud en 1982. Es una mezcla de El planeta de los simios, las obras de Jane Goodall – en los agradecimientos está In the Shadow of Man– y Apocalipse Now.

A mí cuesta engancharme con productos de ciencia ficción, pero Malamud lo consigue porque llegado a un punto de la novela lo mismo da que hable de hombres que de chimpancés. El planteamiento es el siguiente: la raza humana desaparece y el paleólogo Calvin Cohn logra sobrevivir a bordo de un velero oceanográfico y desembarcar en una isla habitada por chimpancés. La elección de su especialidad es un poco forzada, pero al fin y al cabo Malamud juega con el concepto de «elegido» y dominar las lenguas antiguas no viene mal para la misión que emprenderá.

El Holocausto, la forma en que sacó a la bestia que hay en los hombres, pesa sobre cada decisión de Cohn, que es judío:
Isaac salvó la vida y fue sustituido en el holocausto por un carnero enredado por los cuernos en un matorral, afirmando de esa manera la idea de sustituir, en los sacrificios, al humano por un animal. Ello revela sobre la naturaleza del hombre…, sus fantasías de muerte que se hacen realidad en la muerte del hombre por el hombre… Deudos o extraños por multitudes…, por el más estúpido de los motivos.

Considerando inferiores a los chimpancés, pese a que algunos ya empiezan a hablar, Cohn se proclama líder:
Me llamo Calvin Cohn, y supongo que podéis considerarme como vuestro protector, si os gusta la idea. Quiero que todos vosotros sepáis que no me interesa, en modo alguno, el poder personal; sólo quisiera imprimir al esfuerzo común cierta dirección razonable.

Está convencido de que solo él sabe lo que es mejor para la manada:
Yo soy el Simio Alfa de todos nosotros. Y esto es una advertencia para que todos se mantengan alejados de mi chica.

Cohn, en cierta época, había sustentado la teoría de que la evolución podía producir una explosión moral a través de una criatura dotada, Homo ethicalis; pero el hombre, tal como era, llegó allí primero con un tipo diferente de explosión.

Quiere que la  lengua común sea la suya:
Lo que esperaba que comprenderíais es la necesidad de hacer un decidido esfuerzo para aprender una lengua común, de forma que podamos comunicarnos. Digamos que solo conociendo la palabra se puede divulgar la palabra.

Incluso redacta unos mandamientos:
Las admoniciones de Cohn, ya que había decidido prescindir del vocablo Mandamientos, eran como sigue:

1. Hemos sobrevivido al fin del mundo; por lo tanto, amamos la vida. No matarás.
2. Nota: Dios no es amor, Dios es Dios. Recordadle.
3. Ama a tu prójimo. Si no puedes amar, sirve… a los demás, a la comunidad. Recuerda la obligación de buena voluntad.
4. La vida como vida tiene igual valor, no así las ideas. Asiste a la Escuela Arbórea.
5. Benditos sean quienes dividen el fruto equitativamente.
6. El altruismo es posible aunque no probable. No dejes de intentarlo. Ved el número 3.
7. La aspiración puede mejorar la selección natural.

Pero la historia termina de la forma más salvaje, los chimpancés deciden que son capaces de elegir su destino y lo resuelven con violencia, sacrificando a los inocentes.

El hombre  y la bestia habían perecido pero no así las flores. Se había comprometido con su propia conciencia a no comer jamás lo que fuera antaño una criatura viviente.

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