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Categoría: Maternidad

Vengarse procrastinando

Todo tiene un nombre. Acabo de saber que ese ratito de la noche que dedicas a tus aficiones, y que si te despistas te quita horas de sueño, se llama revenge bedtime procrastination.

Te vengas porque no tienes tiempo para ti durante el día, ya que estás ocupándote de tareas y/o personas, y retrasas la hora de acostarte.

Se lo escuché a una doctora especializada en burnout parental en The Motherly Podcast.

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Bradley Cooper reflexiona

Bradley Cooper
Bradley Cooper

Las peores entrevistas se hacen en el podcast Smartless, conducido por tres actores/cómicos: Jason Bateman (Ozark), Will Arnett (Lego Batman, 30 Rock) y Sean Hayes  (Will & Grace). Son tan malas que resultan adorables. No me pierdo una.

En el último episodio (el número 100) entrevistan a Bradley Cooper. De toda la charla, tan caótica como todas en este podcast, he extraído un mantra para esta maternidad/paternidad tan autoexigente del siglo XXI: compórtate con tus hijos, o delante de ellos, de forma que de mayores no tengan que ir a terapia por tu culpa.

Es mi reflexión después de oír a cuatro chiflados hablando de todo lo que se les pasa por la cabeza 🙂

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Quién tiene la culpa de todo

Vivimos en la era del trauma porn: todo tipo de especialistas van hurgando en nuestro pasado para encontrar el origen de defectos, incapacidades y fracasos. Y muchos, como es habitual en cada etapa que vamos quemando, hacen caja con ello.

Ayer escuché una entrevista a Kelly McDaniel, autora del libro Mother Hunger: How Adult Daughters Can Understand and Heal from Lost Nurturance. McDaniel lleva casi 20 años trabajando en el concepto de mother hunger o hambre, necesidad de madre que todas, según ella, podemos llegar a sentir.

Parte de que, desde bebés, para sobrevivir necesitamos tres cosas: que nos quieran y apoyen, que nos protejan y que nos guíen. Son necesidades primarias que, si no se han cubierto siendo hijas, inconscientemente trataremos de satisfacer de mil maneras, por ejemplo comiendo mal (trastornos alimentarios), quedándonos atrapadas en relaciones tóxicas o buscando lo que nos faltó en diferentes personas a lo largo de la vida. Para colmo, dice, puede que no nos demos cuenta de esta dinámica hasta pasados los 40, 50 o incluso 60 años.

Y ahora llega lo duro: ¿tienen nuestras madres la culpa de todo, por más que hicieron lo que pudieron dadas las circunstancias? O, igual de autodestructivo, ¿estamos condenadas a «romper» emocionalmente a nuestros hijos cada vez que una época difícil hace imposible ser la mejor madre?

Como consuelo queda ese mantra de que detrás de estas preguntas está tu voluntad de hacerlo bien.

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El sueño de una lengua común

El sueño de una lengua común (1974-77) es un hito de la segunda ola feminista escrito por Adrienne Rich.

Hay varios poemas que me han emocionado, por más que el libro en conjunto me haya resultado algo pesado, con grandes altibajos. Para mí brilla especialmente cuando trata temas poco transitados en el canon patriarcal. Por ejemplo:

La maternidad:

Una mujer gira el pomo de la puerta,
con tanto cuidado
que nadie se despierta
y solo ella puede ver entre la oscuridad de los dormitorios,
comprueba quién duerme,
quién necesita su caricia,
por qué ventana entra el aire frío de febrero
y a quién debe proteger:
solo ella lo ve, fue entrenada para verlo.
(del poema Natural Resources)

Marie Curie y las paradojas de su existencia:

Hoy estaba leyendo sobre Marie Curie:
debió saber que estaba enferma por la radiación
su cuerpo bombardeado durante años
por el elemento que ella había purificado.

Parece que al final negó
el origen de las cataratas de sus ojos
la piel agrietada y supurante de las yemas de los dedos 
hasta el punto de no poder sujetar un lápiz o un tubo de ensayo.

Murió siendo una mujer famosa
que negaba sus heridas
negaba que esas heridas procedieran del mismo lugar que su poder.
(del poema Power)

El aborto:

No quería tener este niño.
Solo te lo he contado a ti.
Tal vez quiera tener un hijo algún día, pero no ahora. 
(del poema Paula Becker to Clara Westhoff)

El embarazo:

Dicen que una mujer embarazada
sueña con su propia muerte. Pero la vida y la muerte
van de la mano. 
(del mismo poema, Paula Becker to Clara Westhoff)

Y la madurez:

A los veinte, sí, pensamos que viviríamos para siempre.
A los cuarenta y cinco, quiero saber nuestro límite.
Te acaricio sabiendo que no nacimos mañana,
y de alguna forma, cada uno de nosotros ayudará al otro a vivir,
y en algún lugar, cada uno de nosotros deberá ayudar al otro a morir.
(del poema III de Twenty-one Love Poems)

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Pamela Adlon y el edadismo

Pamela AdlonContaba Pamela Adlon en Unqualified, el podcast de Anna Faris, que pasó mucho tiempo desesperada por borrar su fecha de nacimiento en IMDb, por miedo a que no la llamaran para ningún papel. Dice que casi olvidó su edad real de tanto falsearla.

Aunque conocía a Pamela de dos series –Californication y la ahora innombrable Louie-, no sabía que tenía una trayectoria sólida como actriz de doblaje de personajes de animación, por ejemplo en King of the Hill. Su voz es realmente muy reconocible.

Al igual que su personaje de Better Things, que emite ahora HBO, Adlon tiene tres hijas. Y dice que es mejor madre ahora que hace 23 años, cuando nació la mayor. Motherhood goals.

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Infantes

La infanta Margarita en azul, obra de Velázquez

¿En qué piensas cuando te hablan de un infante? En el hijo de un príncipe, en la hermana de la heredera, en un cuadro de Velázquez…

En tiempos de paternidad hiperdocumentada nos vamos acostumbrando a oír la palabra infante en boca de pedagogos y psicólogos. ¿Es equivalente al niño pequeño o toddler del inglés? ¿al infant, que es el bebé cuando ya no es recién nacido? Indago un poco y veo que no hay un acuerdo claro; todo depende de lo literales que seamos. En resumen, y abusando del spanglish, yo diría que es la suma del toddler y el preschooler.

En una charla del colegio nos explicaron que con 6 años nuestros hijos están en la transición entre los pequeños la etapa infantil y el niño. O sea, que aún no son niños… ¿cómo podemos llamarlos? ¿ponemos varios «pre» delante de adolescente? Todas las palabras que vienen a la mente encajan poco en nuestras conversaciones, al menos en la etapa que separa al bebé del adolescente: mocoso, infante, prescolar, en edad escolar, púber, preadolescente…

En inglés tienen sus toddlers, preschoolers, first-graders, second-graders, tweens... Recureen a estas palabras tanto en prensa como en libros y conversaciones informales. En español abres la ventana a nuevas denominaciones y suena una bisagra oxidada.

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Apegos feroces

Resultado de imagen de fierce attachments the new york times Después de tanta insistencia con el apego en los libros de crianza, se agradace leer en Apegos feroces (Fierce Attachments, 2015), de Vivian Gornick, cómo era el apego en generaciones anteriores a las de nuestros hijos, y en qué resultó. Por más que ya lo sepamos porque lo hemos vivido…:

Esa tarde pensé: «Una de las dos va a morir a causa de este apego».

La protagonista y su madre pasean cada semana por Manhattan y hablan. Son la prueba viviente de cómo recibimos las opiniones y los juicios de nuestro entorno más cercano: nos irritan por previsibles. Y cómo abrimos la mente cuando llegan de desconocidos:

Yo ahora tengo cuarenta y cinco años y mi madre, setenta y siete. Está fuerte y sana. Recorre la isla conmigo sin dificultad. Durante estos paseos no nos queremos, sino que a menudo rabiamos una contra la otra, pero de todas formas paseamos.

Sin embargo, en el último año ha comenzado a darse una extraña circunstancia. En ocasiones, no me llega a hervir la sangre. Me irrito, pero permanezco tranquila.

Disfruté mucho leyendo Apegos feroces, casi lo subrayé entero. Esta es la selección de ideas que me llevo del libro:

  • Sobre el paso del tiempo:

Cada vez que cuenta la historia, es la misma y también es completamente distinta, porque cada vez que la oigo soy más mayor y se me ocurren preguntas que no le hice la última vez.

  • Sobre el placer de leer, de educar la sensibilidad y de disfrutar del arte cuando estamos en un ambiente con poco espacio para él:

Nettie quería seducir, mamá quería sufrir y yo quería leer.

Para Davey, la lectura era un haz de láser –fino, enfocado, intenso– que se abría camino en medio de una
inmensa oscuridad.

No era la necesidad filosófica de hallarle sentido a todo lo que empujaba a la señora Kerner a la narración. Era,
más bien, que valoraba la sensibilidad y para ella, las artes –la música, la pintura, la literatura– eran un vehículo
para la emoción pura.

La vida de una persona era rica o pobre, valía una fortuna o no era más que un desecho, dependiendo de si
estaba enriquecida por la sensibilidad o despojada de ella.

  • Sobre la maternidad y el día a día en una casa con niños pequeños:

Nettie dio a luz un día de agosto terriblemente caluroso después de un parto de cincuenta horas que casi la parte por la mitad. El bebé pesó casi cinco kilos y medio.

Descubrí que me horrorizaba cocinar […] Recuerdo pasarme hora y media preparando algún espantoso plato de cuchara sacado de una revista femenina para terminar engulléndolo los dos en diez minutos, pasarme después una hora limpiando los cacharros y quedarme mirando el fregadero, pensando: «¿Será esto así durante los siguientes cuarenta años?».

Se apostaba en una silla de la cocina cada vez que Richie se quedaba frito al final de la tarde o ya de noche
(nunca lo ponía a dormir, esperaba a que cayese rendido)

Su madre, la señora Shapiro, que vivía en el tercero, siempre lo perseguía por la calle con el vaso de leche que
no se quería terminar.

  • Sobre el apego y sus efectos secundarios, y cómo cambia nuestra percepción del papel de los padres a lo largo del tiempo:

El ambiente de nuestra casa era el de una morgue. La pena de mi madre era primitiva y apabullante: devoraba
todo el oxígeno del aire.

Recuerdo pensar: «Esta mujer no entiende nada. Papá ya no está y mamá puede irse en cualquier
momento. Si lloro, no podré verla. Si no la veo, desaparecerá. Y entonces me quedaré sola». Así comenzó mi
obsesión consciente de tener siempre a mi madre a la vista.

  • Y sobre el pensar como hobby:

Disfruta pensando, aunque no lo sabe. Nunca lo ha sabido.

 

 

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Solo tenemos una historia

Será casualidad o no, pero los dos últimos libros que he leído nacen de la conversación entre una madre y una hija. De Me llamo Lucy Barton (My Name Is Lucy Barton, 2016), de Elizabeth Strout, el pensamiento que me persigue es este: la desproporción entre la importancia de la madre en la casa y en el mundo.

No es un gran libro y cae en referencias algo trilladas -menciona el  «siempre he confiado de la bondad de los desconocidos» de Blanche Dubois -pero solo por ese pensamiento ya le estoy agradecida.

Lucy pasa varias semanas en el hospital y su madre llega para hacerle compañía, después de tiempo sin verse porque Lucy ahora vive en Nueva York y su madre sigue en la casa familiar de Illinois.

La madre de Lucy es una mujer callada que ha pasado muchas penurias; mientras acompaña a su hija en el hospital nadie repara en ella, la escucha o la considera. Pero a la vez es una figura colosal en la vida de su hija, antes y ahora que ya viven tan alejadas una de otra. Y está en el núcleo de su literatura (Lucy es escritora):

«Solo tendrás una historia», le dice una autora a la que admira. «Escribirás esa historia de muchas maneras. No te preocupes por buscar historias. Solo tienes una». 

La madre de Lucy llegó a trabajar en una biblioteca, pero un día le dijeron que, por un cambio en la regulación de bibliotecas, solo podrían contratar a alguien con formación específica para ello.

¿Quién no ha conocido casos así? Suelen quedar como los tiempos dorados para quienes lo sufren, pero borrados en el olvido para todos los demás. Hay ahí una superioridad implícita que explica así la autora:

Es interesante cómo encontramos formas de sentirnos superiores otra persona o a otro grupo. Pasa en todas partes todo el tiempo. No importa cómo lo llamemos, creo que es lo más bajo de nuestro ser, esa necesidad de que siempre haya alguien por debajo.

El otro libro es Apegos feroces, de Vivian Gornick, que queda para otro post.

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Sentido (común) y sensibilidad

En estos seis años -casi siete si cuento el embarazo- he hablado con bastantes madres y padres de niños pequeños. A grandes rasgos los agruparía así:

Feel good parents: empatizan contigo, te entienden (o lo intentan), comparten las dificultades que hay en el camino

Shame on you parents: cada vez que abren la boca ponen su granito de arena para transmitirte que lo haces mal, que no te enteras y que no mereces ser padre/madre

Tomo prestado un título de Jane Austen para resumir la aproximación a la maternidad que funciona para mí: sense and sensibility.

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Un libro que había olvidado

En algún momento de los últimos seis años leí El vacío de la maternidad: madre no hay más que ninguna (1995), de Victoria Sau. Lo sé porque hay subrayados en el libro a pesar de que no recuerde nada.

Rescato dos: el primero porque me recuerda esa pura contradicción en la que te instalas desde el embarazo y que ya no te abandona nunca -al menos a mí-: la maternidad es lo más normal, todos somos hijos de alguien… y a la vez es una experiencia arrolladora.

¿Cómo era posible que dar la Vida no fuera un riesgo; un riesgo, además trascendental? Riesgo de muerte, por supuesto, como está demostrado a través de la historia de la humanidad. Riesgo de enfermedades asociadas; riesgo de secuelas físicas a corto, medio y largo plazo. Pero, sobre todo, riesgo por establecer un compromiso tan fuerte, el más fuerte, con otra persona por mor de esa donación significativa. Riesgo por el paso de un ser solo, aislado, solitario, que no tiene que rendir cuentas más que a sí mismo.

Y hay otra idea que a mí me ha encantado, porque en esta época del overparenting es muy buen ejercicio acordarse de uno mismo como hijo. Pero no como hijo con niños, sino como hijo antes de tener hijos:

Sólo se puede amar verdaderamente a la madre si antes se la ha odiado. Porque la odiada es la impostora, mientras que la amada es la huérfana que hay en ella, la otra «hija mayor», tan hija como la hija misma. Ella hizo de madre como pudo.

 

 

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