El plan inicial era visitar El Hierro y La Gomera, pero la casi inexistente comunicación por mar y aire entre ambas islas obligó a decantarse por una, y La Gomera fue la elegida. Yo, que siento fascinación por el Teide, estaba sobre aviso: desde ningún sitio hay mejores vistas del perfil del volcán que desde esta isla redondita al oeste de Tenerife.


La Gomera es diminuta, con poco más de 20 km tanto de norte a sur como de este a oeste, y a pesar de ello ofrece cambios dramáticos de paisaje.
San Sebastián de la Gomera
Es lo más cercano a una ciudad que tiene la isla. Si no eres canario, lo que más te llama la atención es el gran número de zumerías y dulcerías. En la dulcería Óscar tomé los mejores desayunos de la isla rodeada de paisanos que departían sobre la crisis con sus uniformes de trabajo. Echo de menos los generosos zumos de naranja y papaya y el tosco encanto de los dulces gomeros. En la Dulcería Vargas compré unas riquísimas galletas de gofio.

Como otras poblaciones de la isla, San Sebastián tiene un marcado aire colonial. No había escuchado tantos boleros en mi vida; en cada bar, restaurante y casa de comidas sonaban clásicos latinos. Como dato curioso, durante mis días en La Gomera no vi a un solo turista español, pero sí a decenas de senderistas alemanes y franceses.

El gran atractivo turístico de San Sebastián es la Casa de la Aguada, donde Colón se abasteció de agua antes de partir hacia las Indias. Apenas estuvo unas horas, pero allí está el pozo con su placa para hacer unas fotos 🙂

Aparte de los dulces gomeros, en San Sebastián probé una deliciosa sardina fresca en el restaurante más antiguo de la isla, Breñusca, donde una campechana camarera me iba contando cuáles eran las especialidades de la cocinera, su madre. Allí tomé las primeras papas arrugadas del viaje, y habría unas cuantas más.

Seguramente los paladares más mundanos preferirán la Taberna La Salamandra, con sus cilindros de calabacín en tempura, sus chupa chups de queso y -lo mejor- su sorbete de mojito.



Parque Nacional de Garajonay
Si tu centro de operaciones es San Sebastián, sea cual sea tu destino tendrás que atravesar el Parque Nacional de Garajonay. Desde la carretera principal de la isla, siempre de doble sentido, divisarás los principales monumentos naturales de la isla, como el Roque de Agando, una altísima formación rocosa que resulta amenazante de noche.

La ruta más popular del parque es la que sube al Alto de Garajonay (1487 m) , desde donde se divisan La Palma, El Hierro y Tenerife si el cielo está despejado. Yo no tuve esa suerte, pero ver el juego de luces sobre el relieve de la isla bajo aquel trasiego de nubes -hacía mucho viento – mereció la visita. Más adelante vería La Palma desde Alojera y El Hierro desde La Puntilla. La isla está cuajada de miradores con vistas impresionantes al océano y a los monumentos naturales gomeros.

Para perderse entre bosques de laurisilva, la ruta ideal es la que va de la Ermita del Lourdes al caserío de El Cedro, en los lindes de Garajonay. A medida que avanzas bordeando el riachuelo de El Cedro la humedad crece y también la oscuridad, hasta que llegas a un pequeño valle con desperdigadas casas de veraneo y alojamientos rurales para quienes busquen tranquilidad absoluta: ahí es imposible llegar en coche. Desde El Cedro se puede bajar hasta la población de Hermigua por un sendero que bordea un precipicio. Tiene barandillas, pero aun así impone respeto. Es la única forma de acceder a la pequeña cascada conocida como El Chorro. No tengo fotos porque me quedé a unos metros 🙁


Vallehermoso
Se dice que la Playa de Vallehermoso es una de las más peligrosas de la isla. Me lo creo, porque los golpes de las olas contra las rocas impresionan. Por eso imagino que han construido una piscina en plena orilla.

Por su arena negra pasean los paisanos a sus perros, con la desasosegante vista de un antiguo hotel abandonado a la izquierda.

Hermigua
En La Gomera hay seis términos municipales: San Sebastián de La Gomera, Alajeró, Vallehermoso, Valle Gran Rey, Agulo y Hermigua. Si una guía indica que cierto punto de interés está en Vallehermoso, por ejemplo, no necesariamente habla de la población de Vallehermoso, sino de una extensión de terreno que atraviesa la isla de norte a sur por el oeste.

En El Silbo de Hermigua probé la mejor comida del viaje. El nombre del restaurante alude al tradicional silbo gomero, cuyas maravillas se explican al detalle en el Centro de Visitantes Garajonay, en Las Rosas. Junto a una mesa en la que dos caciques (o eso parecían) discutían sobre la política local probé el potaje de berros y un conejo con salmorejo que resultó no ser la crema cordobesa sino una salsa de sal, ajo, pimienta y vino al mortero. Y, por supuesto, el almogrote, un queso de untar con pimentón típico de La Gomera. Hay decenas de variedades, porque lo probé en cada comida que hice en la isla y todos eran diferentes. Me gustaron más los picantes que los suaves, pero en general ninguno me defraudó.



Valle Gran Rey
Es la estampa más conocida de La Gomera: bancales y bancales ganados a la montaña en un terreno fértil pero muy escarpado. Las mejores vistas son las que ofrece el Mirador del Palmarejo, obra del lanzaroteño (conejero) César Manrique.

El Mirador alberga un restaurante en el que puedes degustar platos típicos gomeros. En comparación con sitios más modestos de la isla, su cocina no me pareció destacable, si bien tuve la oportunidad de probar la leche asada con miel de palma, con textura de flan. El queso asado con mojo fue algo decepcionante porque me lo sirvieron frío. Cierto que eran casi las cuatro de la tarde, pero no sirve como disculpa. Me quedé con la idea de que el restaurante vivió tiempos mejores.


Atravesando el Valle Gran Rey se llega a la Playa del Inglés, de arena negra y plagada de recovecos rocosos en los que se resguardan los alemanes para disfrutar de la puesta de sol.

A unos metros se encuentra La Puntilla, donde contemplé una espectacular golden hour junto a la estatua de Hautacucherpe, el cabecilla de la Rebelión de los Gomeros. En esta playa el sol se pone tras El Hierro.


Playa Santiago
La última mañana en la isla visité Playa Santiago, en el árido sur. El ambiente, las conversaciones, las casas, los colores, los grandes ventanales y portillos de madera siempre abiertos… todo te transportaba a Latinoamérica.

Mi próximo viaje a Canarias tendrá como destino bien La Palma, bien El Hierro, de nuevo con parada en Tenerife para, de una vez por todas, ascender al Pico del Teide.

Más fotos de La Gomera:
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