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La Hormiga Remolona Entradas

Mel Brooks y los deberes

A sus 95 años, Mel Brooks cuenta en Fresh Air que la época más feliz de su vida fue entre los cinco y los nueve años. Y tanto su entrevistadora, Terry Gross, como yo, nos preguntamos: ¿qué paso a los nueve años? Él es muy claro: que empezaron los deberes. Pasarlo tan bien en este mundo no podía salir gratis, pensaba Brooks. Tarde o temprano le pedirían algo a cambio, y ese algo llegó y fueron los deberes. Y así hasta hoy.

Mel Brooks habla también de las particularidades del humor judío, con alguna observación interesante. Dice algo así: para causar tanto impacto como Hitler, los judíos no podían recurrir a la maldad, porque en eso era insuperable. Por eso tiraron de humor y se rieron -y se ríen- de él todo lo posible.

Las memorias recién publicadas de Mel Books se titulan All About Me! Ahí no lo cuenta todo todavía, habrá otro volumen 🙂

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Alan Zweibel, a siete dólares el chiste

Entre los insiders de la comedia es muy respetado Alain Zweibel, que publicó el año pasado su libro Laugh Lines: My Life Helping Funny People Be Funnier.

Conocido sobre todo como guionista de Saturday Night Live o Curb Your Enthusiasm, Zweibel empezó escribiendo por siete dólares el chiste para los cómicos que hacían stand-up en los Catskills, como Miriam Maisel en The Marvelous Mrs Maisel.

El chiste que le dio a conocer hablaba de los bancos de esperma: ¿La diferencia con un banco? Que una vez haces el depósito pierdes el interés. Gustó tanto que empezaron a conocerle como the sperm bank guy.

Lo suyo eran ocurrencias apolíticas, inocuas, sobre la familia y la vida cotidiana de la era Kennedy. Otro ejemplo: No te he podido arreglar los frenos, así que lo que he hecho es subirte el volumen del claxon.

Zweibel recuerda que Lorne Michaels, mítico creador (todavía en activo) de Saturday Night Live, dijo en la primera reunión que tuvo el equipo del programa antes de salir a antena: Hagámonos reír unos a otros. Si lo conseguimos, eso va a la tele.

Y ahí siguen casi 50 temporadas después. La última semana, SNL tuvo como presentador a un exalumno, Jason Sudeikis, que arrasa como protagonista de Ted Lasso, donde también ejerce de productor y a veces guionista.

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Siete tipos de cansancio

Escuché en este podcast que hay siete tipos de cansancio. Me reconfortó la idea, porque a veces nos sentimos cansados y alguien nos dice «si llevas todo el día sentada» o «si has dormido nueve horas» (no suele ser el caso), y por lo general tienen razón.

Estos son los tipos y la visión que tengo de ellos:

Físico: el que todos entendemos por cansancio. El cuerpo se queda sin energía después de mucho esfuerzo y/o actividad.

Mental: cuando el sobreesfuerzo ha sido intelectual. La cabeza necesita un respiro después de sacar adelante mucho trabajo en poco tiempo, o haber resuelto una tarea muy compleja o, en mi caso, cuando me paso de la raya leyendo el libro que sea que tengo entre manos.

Para mí esos dos cansancios, el físico y el mental, son universales y nos atacan a todos en algún momento. ¿Quién no acaba agotado física o mentalmente después de trabajar en exceso, sea con el cuerpo o con la mente?

Pero los otros cinco no los experimentamos todos de la misma forma. A mí, que no psicóloga ni neurocientífica pero me intriga infinitamente la naturaleza humana, me suenan conceptos como PAS (personas altamente sensibles), sobrecarga sensorial, fobia social, bloqueo creativo… y por ahí van los tiros.

Estos son los otros cinco tipos de cansancio:

Emocional: cuando los sentimientos son tan intensos que no te queda energía para más. Y te duermes (en mi caso). He comprobado que las emociones fuertes crean adicción. Cuando en una familia pasa algo grave, hay cierto instinto de seguir echando leña al fuego para que no decaiga la emoción. Sin pretenderlo me he entrenado para oler a los azuzadores y mantener las distancias para no quemarme yo de pura furia.

Social: si eres introvertido (y no necesariamente tímido, que ese es otro rasgo) necesitas tiempo contigo mismo. De acuerdo, todo el mundo puede necesitar tiempo consigo mismo, pero algunos más que otros. Es como ir a la gasolinera para poder seguir circulando. Cuesta comunicarlo sin poner a los demás a la defensiva, pero lo cierto es que este cansancio es muy común y de fácil reparación (a menos que tengas niños pequeños y poca ayuda).

Sensorial: este cansancio a mí se me ha acentuado con los años. O tal vez con los niños, porque percibo cierto trauma en la idea de no poder calmar un llanto o una rabieta. Interiormente me pongo frenética si hay exceso de ruido, o de gritos, o de las dos cosas a la vez (gente gritándose y moviéndose sin parar), lo que en inglés llaman roughhousing. Estoy trabajando en ello.

Creativo: no hace falta ser artista, basta con que se te agoten las ideas para sentir cansancio creativo. Ejemplo: cuando llevas doce horas inventando entretenimientos para niños y no queda en ti nada más que ofrecer. O cuando intentas ayudar a alguien que no se deja ayudar, y te agotas.

Espiritual: me cuesta más entender este tipo de cansancio, porque no me siento ni religiosa ni espiritual. Debe de ser algo así como que has perdido de vista el faro que te guía, y debes parar y buscarlo antes de seguir avanzando.

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Escuchar el doble

En un episodio reciente del podcast We are supported by… , Gloria Steinem pone en su sitio a Kristen Bell diciéndole que mientras habla no está escuchando. Y si no está escuchando no está aprendiendo.

En una conversación es muy común pasar el tiempo hablando o esperando a que el otro termine para hablar nosotros. Y eso quienes respetan los turnos de palabra 🙂

Como sentencia Quincy Jones (en otro contexto), Dios nos dio dos oídos y una boca para que escuchásemos el doble y hablásemos la mitad.

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Feria, Minari, My Antonia

La vida para mí empezó en el momento en que dejé de admirar y empecé a recordar.

Esta frase hay que ponerla en contexto para entenderla. Es de Willa Cather, la autora de My Antonia, y la ha rescatado más de una vez Isaac Chung, el director de Minari, en las entrevistas sobre su película.

Golden Globes: Minari wins best foreign language film, Entertainment News & Top Stories - The Straits Times

En el caso de la Cather, la revelación ocurrió cuando empezó a escribir sobre su mundo y experiencias conocidas y dejó de emular a Edith Warton. Se dio cuenta de que había encontrado su estilo y su voz. Y algo similar le pasó a Chung con esa historia con tanto de autobiográfico que es Minari.

Un tercer caso reciente que veo en la misma línea: Feria, de Ana Iris Simón. En My Antonia nos hipnotiza un tiempo y un lugar ya lejano, cuando hablamos de algo muy reciente la emoción aún está fresca, procesándose. La intención de hacer literatura, para mí, es lo que marca la diferencia.

Feria | Circulo de Tiza

Aquí dejo algunos pasajes de Feria en los que muchos nos podemos reconocer, y que podrían animar a los de su generación y a las próximas a contar su historia, al menos hasta encontrar su voz. Y luego ya trabajarán la ficción (si quieren):

Nuestros imperativos existen y son materiales y a menudo hablo con mi amiga Cynthia de que para mí o para ella o para nuestra amiga Tamara era sencillo lo del ascensor social, era fácil superar el estilo de vida de nuestros padres carteros y camareros y limpiadoras y barrenderos y de nuestros abuelos obreros industriales o campesinos o feriantes, pero no es así para el resto de nuestros amigos, para los de clase media, para los hijos de profesores y médicos y abogados y empresarios.

Un día mi abuelo me dijo que las flores eran de mi abuela, que él solo plantaba cosas «que sirvieran», y por cosas que sirven él entiende todo aquello que se puede comer, ya sean tomates, calabazas o aceitunas.

Tardé más de veinte años en decir que mis abuelos eran feriantes.

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Energía

Alan Alda tiene un podcast: Clear & Vivid.

En paralelo a su trabajo de actor, Alda lleva años ayudando a acercar la ciencia a todos los públicos… todas las ciencias. Para ello llegó a fundar el Alan Alda Center for Communication Science.

En el podcast charla con los invitados más diversos, el último de ellos el rabino Steve Elder. Repasando formas de enfrentarse a la muerte, propia y ajena, comparten algunas historias que van directas a mi repertorio de ideas en vías de desarrollo:

  • Unos hijos tenían listas dos lápidas juntas, una para su padre y otra para su madre. En la de la madre escribieron como epitafio «Nos inspiró con su energía»; en la del padre, «nos agotó con su energía».
  • Cuando alguien hace o ríe un chiste en un funeral es señal de que está listo para sobrevivir a la pérdida.
  • Todo el mundo muere tal como es, siendo él mismo.
  • Alguien que está muriendo no quiere que le visites por quedar bien. Quiere que vayas, estés presente y le trates como siempre.
  • Nadie quiere tu mierda: seguramente lo que hayas coleccionado no lo quiera nadie cuando te mueras (actualización 31 agosto 2021: lo que comenta Isabell Allende en el  podcast de Adam Buxton sobre lo difícil que fue distribuir todo lo que dejó su madre al morir)

(Post autocensurado, las partes más cómicas pierden mucho al traducirlas)

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Relatos de William Trevor

Yo pensaba que la lista de «los libros de mi vida» se había cerrado a los 30, pero no: añado los 90 relatos de William Trevor (1928-2016) recogidos en las 1.280 páginas de The Collected Stories. Y una sorpresa más: sin apenas subrayados, yo que medía la importancia de mis libros favoritos en cantidad de subrayados.

¿Y esto por qué? A lo mejor, porque ya no necesito que me expliquen las vidas de otros, con observar/escuchar/leer ya saco conclusiones.

Hasta tal punto me ha impresionado que me esfuerzo en recordar dónde lo descubrí: ¿alguna recomendación de Isabel Coixet o Elvira Lindo, que siempre aciertan? ¿un podcast?

Casi todos los relatos de The Collected Stories transcurren en la Irlanda rural, alguno que otro en Dublín o Londres y unos pocos son historias de vacaciones en el Mediterráneo europeo.

Es impensable leer varios de estos relatos seguidos: hay que cerrar el libro y dejarlos ocupando tu mente hasta que deje espacio para empezar el siguiente. No más de un par al día, aunque dependerá de la sensibilidad de cada uno.

Algunos subrayados que condensan los temas más frecuentes en los relatos de Trevor:

El paso del tiempo:
– Siempre mirabas atrás, pensaba, hacia otros años, otras tarjetas de Navidad, o los niños cuando eran más pequeños.
– Con 47 años, Sarah Machaen se había reconciliado con el hecho de que su falta de atractivo no iba a desaparecer.
– Cuando alcanzas cierta edad los rasgos de tu cara ya no son los de un niño. Lo leí en un libro: la cara de un niño disfraza sus auténticos rasgos, pero a cierta edad el disfraz se desprende.

… la vejez:
Siento no interesarme por usted y su hermana. Como puedes ver, soy demasiado viejo para asimilar información nueva.
– Tenías que evaluar si sonabas senil o no.

las familias numerosas y sus miembros más jóvenes:
– Tenía siete años, la adición tardía a la familia, como solía decir mi padre. Mis hermanos y hermanas ya eran mayores, pero todavía no sentía entonces, todavía, que mis padres les habían dado tanto a ellos que no quedaba nada para darme a mí.
– Crecí viendo a mi madre como una persona cansada, porque es lo que era.

… el lugar que ocupa una madre:
Aunque su padre y Gillian eran en todos los sentidos más divertidos que su madre, era a su madre a quien quería. Aunque protestaba y a veces era muy pesada, siempre estaba ahí esa calidez, lo reconfortante de subir a su cama los domingos por la mañana o ver con ella Magic Roundabout.

… el sentirse cohibido por el aspecto físico:
Por las mañanas, cuando le salía otra espinilla en el cuello o en la mejilla, Ángela corría desde el autobús hasta el metro y sentía alivio al llegar a la lóbrega oficina, porque allí podía perderse entre las sombras.
– Ella sabía, murmuró mi madre al alejarse de las dos señoras italianas, que no debía ponerse ropa demasiado clara o brillante. Siempre había algún toque de negro -en las hojas de roble estampadas sobre granate o verde, o envolviendo azules y marrones-. Los italianos sabían disimular el volumen corporal.

… y particulares dinámicas o culturas familiares:
– Sin ninguna celebración, porque no era el estilo de la familia, su 25 cumpleaños había pasado hacía un mes. 

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Claire Danes en Titanic, Rashida Jones en Lost in Translation

Claire Danes acababa de rodar Romeo y Julieta con Leo di Caprio y le ofrecieron repetir con él en Titanic en el papel de Rose. Pero al final lo interpretó Kate Winslet.

Rashida Jones hizo una audición para el papel de Charlotte en Lost in Translation. Pero se lo quedó Scarlett Johansson (ahora Sofia Coppola sí que ha elegido a Rashida para interpretar On the Rocks junto a Bill Murray).

Información escuchada en los podcasts Armchair Expert (entrevista a Claire Danes) y Conan O’Brien Needs a Friend (entrevista a Rashida Jones).

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Una mala inversión

Se dice que la persona más longeva de la que hay noticia es la francesa Jeanne Calment (1875-1997): vivió 122 años, 5 meses y 14 días. Aunque también hay sospechas de que en algún momento su hija Yvonne se empezó a hacer pasar por ella, y así consiguió sumar otra vida al recuento.

Fuera Jeanne o Yvonne, muy mala inversión hizo el notario que compró su piso en 1969 por el sistema de en viager, que permite ir pagando una vivienda mientras el propietario sigue instalado en ella. El notario murió en 1995 (dos años antes que Jeanne – o Yvonne-) sin haber llegado a ocupar la casa y habiendo gastado más de 200.000 euros en la compra.

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