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La Hormiga Remolona Entradas

Abril ya está aquí

Who knocks? That April!

Lock the door!

I will not be pursued!

He stayed away a year, to call

When I am occupied.

Emily Dickinson

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Billy Wilder

There’s nothing tragic about being fifty. Not unless you’re trying to be twenty-five.

Sunset Blvd., 1950.

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¿Neuróticos?

Mucha tinta ha corrido sobre la peculiar personalidad de los creadores. En Neurotic Poets justifican con palabras de Shakespeare, Wordsworth o Dryden la hermandad entre las dotes creativas y las neuras. Entre su listado de paranoicos, Byron, Shelley, Plath, Dylan Thomas, Poe, Rossetti y, cómo no, Emily.

No puedo resistirme a traer aquí las palabras de uno de mis lectores, que explica así estos estados mentales: «La paranoia es la perversión del deseo, y el deseo es lo más poderoso que poseemos. Como resultado, acabamos provocando lo que más tememos». Si hay alguien a quien esto no le resulte familiar, que lance el primer comentario : o )

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Howl

I saw the best minds of my generation destroyed by madness

Aunque sería una buena forma de empezar a hablar sobre John Nash, lo cierto es que traigo estos versos porque un 25 de marzo de 1955 se requisaron 520 copias del Aullido de Allen Ginsberg, considerado obsceno. Pasan las décadas y este sigue siendo uno de los versos iniciales de más impacto que conozco.

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Fragilidad

Tal día como hoy, en 1955, se estrenaba en Nueva York La gata sobre el tejado de zinc. Sobre la aparente fragilidad de muchos de sus personajes manifestó Tennesse Williams al New York Times en 1965: «Me resulta más fácil identificarme con los personajes que rozan la histeria, los que temen a la vida, los que están desesperados por acercarse a otras personas. Este tipo de individuos, que en apariencia son frágiles, son los más fuertes en realidad».

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Transgresiones

Mi asesor en cultura transversal, Esmiti, me ha soplado que una de las más conocidas bandas de rock transgresor, Extremoduro, deja caer versos de ilustres poetas entre sus rabiosas letras. Veamos:

Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
-no fue por estos campos el bíblico jardín -;
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín

(Tomado de Por tierras de España, de Antonio Machado).

Sucede que me canso de ser hombre
(De Walking around, poema incluido en la Residencia en la tierra de Neruda).

No me levanto ni me acuesto día
que malvado cien veces no haya sido

(Del poema De mal – En peor, de Miguel Hernández).

Para que luego digan!!!!

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Los que van por delante

En Two Cheers for Democracy (1951), E.M. Forster decía que los únicos libros que hacen mella en nosotros son aquellos para los que estamos preparados, y que avanzan unos pasos por delante en el mismo sendero que nosotros seguimos. Por eso, suponemos, algunos se nos quedan pequeños al releerlos, mientras que otros alcanzan su sentido pleno al reencontrarnos con ellos.

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Caminando junto a ti

La tierra baldía de T.S. Eliott está cuajada de versos tremendos, desconcertantes, que condensan los más profundos temores que pueden asaltar al ser humano. Un ejemplo:

Siempre veo a alguien caminando junto a ti

Tal vez suene más suave en el original: Who is the third who walks always beside you?

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Baloncesto y literatura (¿?)

John Updike, ese hombre que compaginó baloncesto y literatura, cumple hoy 70 años. A la espera de que en Qué trabajo nos manda el Señor Roberto nos cuente algo más sobre Updike, reproduzco una reflexión suya sobre el proceso narrativo incluida en el prólogo a The Best American Short Stories (1984):

Un relato es como una habitación sobre cuyas paredes han pintado una serie de puertas falsas; mientras estamos dentro del relato, vemos distintas puertas por las que podríamos salir de la habitación, pero sólo cuando el autor nos conduce a una puerta en particular descubrimos que es la correcta, porque se abre.

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¿Por qué elegir?

Así opina hoy Spielberg en El País Semanal sobre la diferencia entre las historias contadas en letra impresa y las relatadas en la pantalla: «La literatura ofrece una experiencia superior al cine, porque el cine no permite al público que haga su propia interpretación. La literatura te permite entrar y emplear tu propia voz para imaginar los personajes, para teñir las descripciones con tu propio bagaje personal y obtener una experiencia mucho más intensa, más íntima y, en algunos casos, casi religiosa».

Ni que decir tiene que no son las palabras de un gran pensador, nunca lo ha sido, sino las de un buen director. ¿Será que atraviesa una fase de recogimiento?. Siguiendo con las comparaciones, pero en pequeña escala, ¿por qué difiere tanto la experiencia de ver una película en el cine de la de verla en un televisor?

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