
En la tienda de la exposición La bella durmiente compré Parecidos razonables, de Christina Rossetti (1830-1894).
Sus cuentos victorianos tienen notas siniestras, como esas estampas enloquecidas que ven entre sueños sus pequeñas protagonistas. También pasajes hedonistas, como algunas enumeraciones de manjares:
Pavo frío, ensalada de langosta, champiñones estofados, tarta de frambuesa, queso cremoso, champán de una cosecha extraordinaria, merengue, helado de fresa, piñas con azúcar, algunas ciruelas…
(de Historia de Flora)
En sus momentos más sombríos, Parecidos razonables presenta a una criatura horripilante, sin ojos y con una gran boca rebosante de dientes trituradores. Un engendro con el que me encontré por primera vez en Cabeza borradora (David Lynch) y después en los estudios de Francis Bacon.
Los dos se encontraban completamente solos en el bosque, y la enorme boca estaba llena de dientes y de colmillos que comenzaba a rechinar.
(de Historia de Maggie)
En la imagen, Sol ardiente de junio, de Lord Frederick Leighton (1830-1896).
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