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Etiqueta: Japan

Una occidental en una empresa japonesa: Estupor y temblores, de Amélie Nothomb

Escogí tres lecturas rápidas y no traumáticas para ambientarme antes de partir hacia Japón. Tenía poco tiempo y con la perspectiva del vuelo no estaba en condiciones de digerir a Mishima y sus coqueteos con la muerte. Ahora lamento no haber elegido alguna más reciente. Por orden:

Estupor y temblores (1999), de Amélie Nothomb
El elogio de la sombra (1933), de Junichiro Tanizaki
Una cuestión personal (1964), de Kenzaburo Oé

Salvo el de Tanizaki, que al fin y al cabo es un ensayo, los otros dos sí que fueron un poco perturbadores.

Estupor y temblores, de Amélie Nothomb

Siempre existe un modo de obedecer. Eso es lo que los cerebros occidentales deberían comprender.

Me habían recomendado esta lectura por lo bien que retrata la férrea jerarquía en las empresas niponas. El título hace referencia a la forma en que el emperador exigía a sus súbditos que se presentaran ante él en el antiguo Japón. Algo parecido acaba sintiendo la protagonista a medida que su posición en la compañía se va degradando hasta acabar limpiando retretes en silencio porque sus superiores le obligan a olvidarse del japonés y ceñirse a su rol de occidental.

Quizás el cerebro nipón sea capaz de obligarse a sí mismo a olvidar un idioma. El cerebro occidental carece de esos recursos.

Amélie Nothomb pasó parte de su infancia en Japón, así que algo de autobiográfico tendrá la novela.

Ella [su jefa] me habló de su infancia en la región de Kansai. Yo le hablé de la mía, que se inició en la misma provincia, no lejos de Nara, en el pueblo de Shukugawa, cerca del monte Kabuto […] Allí es donde late el corazón del antiguo Japón.

Pagoda de cinco pisos en el templo Kohfukuji #nara #japan #stupa #pagoda
Pagoda de cinco pisos en el templo Kohfukuji, Nara

Leer las notas que tomé de Estupor y temblores ha servido para matizar las impresiones que saqué de la visita a Japón.

Sobre la belleza
O esa primera excursión a Ginkaku-ji recién llegados a Kyoto, con la lluvia arreciando y apenas un alma en el Paseo de los Filósofos.

De pequeña, la belleza de mi universo japonés me había impactado tanto que todavía me alimentaba con aquella reserva afectiva.

Ginkaku-ji
Ginkaku-ji, Kyoto
Paseo de los filósofos #kyoto #japan
Paseo de los filósofos, Kyoto

El significado de los nombres
Si me maravillaron los nombres de los sabores de los helados, qué puedo decir de los de las personas:

Las que no tienen derecho a soñar llevan nombres que invitan a soñar, como Fubuki [«tormenta de nieve»]. Los padres se permiten los lirismos más delicados cuando se trata de bautizar a una niña.

Cuando se trata de ponerle nombre a un niño, en cambio, las creaciones onomásticas son, a menudo, de una hilarante sordidez […] El señor Saito le había puesto a su hijo Tsutomeru, o sea «Trabajar».

La filosofía de trabajo
Nothomb recalca el sadismo de la cultura de oficina japonesa. Estos ciudadanos, dice, privilegiados para otros habitantes del planeta, entregan su entera existencia a la empresa y están convencidos de que nunca se trabaja demasiado. Quejarse es deshonroso y hablar de tus incapacidades te lleva al abismo, siguiendo la máxima de André Maurois: No hables demasiado mal de ti mismo: podrían creerte. No respetar una jerarquía puede suponer el ostracismo a un trabajador, y nada desconcierta más a la protagonista que una disculpa de su superior.

Un japonés que se excusa de verdad, esto sólo ocurre una vez en cada siglo. Me horrorizó que el señor Saito consintiera rebajarse tanto por culpa mía.

No era raro que algunos empleados se quedaran toda la noche en sus despachos si había plazos que cumplir.

Año Nuevo: tres días de descanso ritual y obligatorio. Semejante farniente tiene algo traumático para los japoneses. Durante tres días y tres noches ni siquiera está permitido cocinar. Se comen platos fríos, preparados con antelación y almacenados en unas espléndidas cajas lacadas. Entre aquellos alimentos festivos, destacan los omochi: pasteles de arroz por los que, antaño, me pirraba.

Perdían, esperando el ascensor, un tiempo que habrían podido dedicar a la compañía. En Japón, a eso se le llama sabotaje: uno de los más graves crímenes para los nipones, tan odioso que, para denominarlo, se utiliza la palabra francesa, ya que hace falta ser extranjero para imaginar una bajeza semejante.

Hasta hace poco, con contrato o sin él, uno siempre era contratado para siempre, uno no podía abandonar su empleo sin cuidar las formas. Por respeto a la tradición, tenía la obligación de presentar mi renuncia a cada escalón jerárquico.

Para un japonés, limpiar retretes no era un trabajo honorable pero tampoco indigno.

¿Y, fuera de la empresa, qué les esperaba a aquellos contables de cerebro lavado por los números? La cerveza obligatoria con colegas tan trepanados como ellos, horas de metro abarrotado, una esposa que ya duerme, el sueño que te aspira como el desagüe de un lavabo que se vacía, las escasas vacaciones en las que nadie sabe qué hacer: nada que merezca el nombre de vida.

Mi comida de hoy: cerveza Asahi, yakitori y tempura. #kyoto #japan #yakitori #biru #tempura #asahi
Cerveza y yakitori: lo que toman habitualmente los japoneses al salir del trabajo

La locura y la excentricidad
Los sistemas más autoritarios suscitan, en las naciones en las que se aplican, los casos más sorprendentes de desviaciones -y, por eso mismo, una relativa tolerancia respecto a las excentricidades humanas más apabullantes-. No sabemos lo que es un excéntrico hasta que conocemos a un excéntrico japonés. ¿Había dormido bajo los escombros? Estaban curados de espanto. Japón es un país que sabe lo que significa «volverse loco».

Los comportamientos groseros
Preferí no preocuparme demasiado por estos detalles que comenta la protagonista, aun a riesgo de pecar de irritante occidental:

Ante mi enorme asombro, se sonó, lo que en Japón constituye uno de los colmos de la grosería.

Resulta vergonzoso tener curvas.

Sudarás. Y ya nadie podrá dudar de tu vulgaridad.

Castillo Nijo, Kyoto
Mañana de canícula en el Castillo Nijo, Kyoto

Los occidentales, sucios y rastreros
Nothomb lo lleva al extremo, espero…

Se comporta de un modo tan rastrero com los demás occidentales: antepone su vanidad personal a los intereses de la empresa.

¡Si por lo menos pudiéramos hacerles comprender que apestan, tendríamos en Occidente un mercado fabuloso para desodorantes finalmente eficaces!

Persona muda y grosera como una yanqui…

El suicidio
No hay que visitar el bosque de los suicidos para saber que el suicidio en Japón es menos raro que aquí.

Como todo el mundo sabe, Japón es el país con la mayor tasa de suicidios.

Si te suicidas, tu reputación será deslumbrante y se convertirá en el orgullo de tus allegados. Ocuparás un lugar de honor en el panteón familiar: ésa constituye la mayor esperanza que puede albergar un ser humano.

La comida
Proliferan las cadenas y formatos occidentales pero los sabores se adaptan, como ocurre con todas las cocinas cuando se exportan.

Los japoneses consumían cada vez más mantequilla y la obesidad y las enfermedades cardiovasculares no dejaban de ganar terreno en el país.

Se trata de chocolate blanco con sabor a melón verde, una especialidad de Hokkaido. Han reproducido a la perfección el sabor del melón japonés.

Sunshine Street. Ikebukuro, Tokio
Sunshine Street. Ikebukuro, Tokio

La Segunda Guerra Mundial
Fabuki practicaba el revisionismo soft tan habitual entre los jóvenes del país del Sol Naciente: sus compatriotas no tenían nada que reprocharse respecto a la última guerra, y sus incursiones en Asia tenían como objetivo proteger a los indígenas de los nazis.

La tradición propia y ajena
Con razón no se lo piensan para derribar un templo y reconstruirlo:

Nada que dure menos de diez mil años tiene valor alguno.

Los nipones, que tanto se ofenden cuando los demás no respetan sus códigos, jamás se escandalizan de sus propias derogaciones respecto a las conveniencias ajenas.

Heian #kyoto #japan
Heian, Kyoto

La belleza femenina
No todas las japonesas que vi eran guapas, pero la que era guapa resultaba casi irreal.

Todas las bellezas emocionan, pero la belleza japonesa resulta todavía más desgarradora. En primer lugar porque esa tez de lis, esos ojos suaves, esa nariz de aletas inimitables, esos labios de contornos tan dibujados, esa complicada dulzura de los rasgos ya bastan para eclipsar los rostros más logrados.

Sus modales las estilizan y las convierten en una obra de arte que va más allá de lo racional.

Es una belleza que ha sobrevivido a tantos corsés físicos y mentales, a tantas coacciones, abusos, absurdas prohiciones, dogmas, asfixia, desolación, sadismo, conspiración de silencio y humillaciones, una belleza así constituye un milagro de heroísmo.

Cómo ha de ser la mujer

Si por algo merece ser admirada la japonesa -y merece serlo- es porque no se suicida. Conspiran contra su ideal desde su más tierna infancia. Moldean su cerebro:
«Si a los veinticinco años todavía no te has casado, tendrás una buena razón para sentirte avergonzada»
«Si sonríes perderás tu distinción»
«Si tu rostro expresa algún sentimiento, te convertirás en una persona vulgar»
«Si mencionas la existencia de un solo pelo sobre tu cuerpo, te convertirás en un ser inmundo»
«Si, en público, un muchacho te da un beso en la mejilla, eres una puta»
«Si disfrutas comiendo, eres una cerda»
«Si dormir te produce placer, eres una vaca»
«No aspires a disfrutar porque tu placer te destruirá»
«No aspires a enamorarte porque no mereces que nadie se enamore de ti: los que te amarían te amarían por tu apariencia, nunca por lo que eres»
«No esperes que la vida te dé algo, porque cada año que pase te quitará algo»
«Ni siquiera aspires a una cosa tan sencilla como alcanzar la tranquilidad, porque no tienen ningún motivo para estar tranquila»
«Deberás ser irreprochable, por la simple razón de que es lo mínimo a lo que se puede aspirar»
«Cuando estés aislada en un retrete por la humilde necesidad de liberar tu vejiga, tendrás la obligación de vigilar que nadie pueda escuchar la melodía de tu arroyo: así pues, deberás tirar de la cadena sin cesar»
«Tienes la obligación de tener hijos, a los que tratarás como a dioses hasta los tres años, edad en la que, de repente, los expulsarás del paraíso para alistarlos al servicio militar, que durará desde los tres hasta los dieciocho años y, más tarde, desde los veinticinco años hasta el día de su muerte»
«El único periodo libre de tu vida […] es entre los dieciocho y los veinticinco años»

En el tren, Tokio
En el tren, Tokio

El hombre y el matrimonio
El primero no sale muy bien parado…

Había tenido el abrumador privilegio de descubrir que el macho japonés no es en absoluto distinguido. Así como la japonesa vive aterrorizada por el más mínimo ruido que pueda producir su persona, el japonnésse despreocupaba totalmente de ese detalle.

Tiene dos años menos que usted. Según la tradición nipona, es la diferencia de edad perfecta para que sean un anesan niobo, una «esposa hermana mayor». Los japoneses piensan que éste es el mejor matrimonio: la mujer tiene justo un poco más de experiencia que el hombre. Así, le hace sentirse cómodo.

Harajuku, Tokio
Harajuku, Tokio

Como dato curioso extraido del libro: cabellos, dios y papel se nombran de la misma forma en japonés: kami.

Respecto a Amélie, realmente lo que más me gusta leer de ella es las entrevistas que le hacen: es su mejor personaje. Mi primera toma de contacto fue con La biografía del hambre y la voz narradora me ralló bastante. Termino con su receta para sobrellevar la rutina:

Es típico de seres que ejercen oficios lamentables construirse lo que Nietzsche denominaba «otro mundo», un paraíso terrenal o celeste en el que se empeñan en creer para consolarse de lo infecto de su condición. Cuanto más vil es su trabajo, más hermoso es su edén mental.

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Sentada en la Bahía de Tokio

Estoy sobrevolando Rusia en el famoso Airbus 380 de Air France. Me lleva de Tokio-Narita hasta París-Charles de Gaulle, donde conectaré con el vuelo a Madrid. Hace unas horas estaba en el piano bar del Hotel Cerulean, en Shibuya, tomando un cóctel con vistas privilegiadas del Tokio nocturno.

La última jornada tokiota fue relajada, de saborear cada minuto restante. Por la mañana tomamos el metro para visitar el mercadillo tradional japonés de Asakusa.

El mercadillo de Nakamise-dori en #Asakusa #tokyo #japan

Tras algunas compras no quise irme sin probar uno de esos dulces que había visto en tantos puestos callejeros. Elegí una especie de buñuelo de albaricoque, rosa por fuera, pan frito por dentro, denso dulce de albaricoque en el centro.

Dulce de albaricoque #tokyo #tokio #japon #japan

En los alrededores del mercadillo descubrimos un Tokio diferente, otro más, lejos de la modernidad de Shinjuku, Shibuya, Omotesando, Ginza o Akihabara. Las calles eran estrechas y la decoración más parecía de hace 40 años que de hoy.

Calle en #Asakusa #tokyo #japan

Avanzando por el mercadillo llegamos a la pagoda de cinco plantas de Asakusa, que me empeñé en fotografiar junto a los cerezos en flor del recinto.

Pagoda #tokio #tokyo #japan #japon #pagoda

Bahía de Tokio
Tras una nueva visita relámpago a la tienda Mandarake de Akihabara partimos hacia Odaiba, en la Bahía de Tokio. No pudo haber mejor plan para nuestra última tarde nipona. En la ultramoderna zona de Shiodome, muy cerquita de Ginza, tomamos el tren con el que cruzamos el Rainbow Bridge sobre la bahía. Circula con neumáticos (como un autobús) y sin conductor, esto lo supe después de hacer el trayecto de ida y vuelta.

El tren que va a #odaiba pasa por encima de Rainbow Bridge y encima va sobre neumáticos, sin conductor y mola mil #tokyo #japan

En Odaiba comimos carne cocinada «estilo kobe» (riquísima) y pasé un buen rato junto a un Gundam «tamaño real». Un Gundam es una armadura controlada por un hombre desde la cabeza; hace furor entre varias generaciones de japoneses y cientos de frikis del resto del planeta. Medía unos 30 metros y a las horas marcadas se ponía en movimiento: rotaba la cabeza y expulsaba humo (pequeño chasco, esperaba que alzara los brazos al menos).

Gundam en #Odaiba #tokyo #japan #gundam (gracias @julencin2000 !!!)

Palette Town #tokyo #tokio #japon #japan

Después, un idílico paseo por las playas de la Bahía de Tokio, en las que está prohibido bañarse. Muchos grupos se sentaban para ver la puesta de sol sobre el skyline del distrito financiero, con el Rainbow Bridge a la izquierda.

Odaiba y Bahía de Tokio

El parecido con las vistas del skyline de Nueva York desde Dumbo es indiscutible, a lo que no pongo pegas porque está en mi top 5 de lugares para recordar toda la vida. Incluso han encajado una Estatua de la Libertad en los jardines de una de las islas, pues todo ese terreno que se ve al otro lado del barrio de oficinas es artificial y está ganado al mar. Lo que no vi en el East River fueron los vivarachos peces que saltaban sin cesar en las aguas de la Bahía de Tokio.

Lady Liberty en Tokio #tokio #tokyo #japan #japon

De regreso, el tren que une la isla de Odaiba con el distrito financiero nos regaló curiosas estampas de oficina y ascensores subiendo y bajando a una velocidad desconcertante.

Cruce de Shibuya de noche
Por la noche, un último vistazo al cruce de Shibuya desde la propia estación de tren. Después de días buscando el ángulo perfecto, descubrimos que para verlo bien no había que hacer gasto en el Starbucks o en ningún otro establecimiento del cruce. Bastaba con asomarse a las cristaleras de la planta superior de la estación.

Cruce #Shibuya #tokyo #japan

Ya solo faltaba hacer las maletas y despedirse de Tokio desde las alturas en el piano bar Bello Visto, en la planta 40 del Hotel Tower Cerulean. Tanto que recordar de estos días…

Una última copa para despedir Japón desde el bar en la planta 40 del Cerulean Tower de Shibuya con las maravillosas vistas de Tokyo de noche. Gracias!!

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Harajuku lover

Son las 12. 14 y estoy sentada frente al Mandarake de Akihabara (Tokio) mientras los demás hacen las últimas compras frikis del viaje.

Ayer visitamos algunos barrios más:

Shibuya
El hotel de esta segunda estancia en Tokio lo tenemos en Shibuya, por lo que empezamos el día haciendo una visita al famoso cruce tras desayunar en el Krispy Kreme del barrio, un hit del viaje. En ese momento rodaban alguna promo de la versión 3D de la película El grito, y había decenas de encapuchados que transportaban un marco del que salía una cabeza con la cara cubierta por una densa melena negra. Hicimos el cruce con ellos y no descarto que estemos en unas cuantas grabaciones. ¡Yo misma lo grabé todo!

WTF en Shibuya #tokio #tokyo #japon #japan

Después nos acercamos a ver la estatua del perrito Hachiko, que venía cada día a la estación a recoger a su amo incluso después de que muriera. Dos japonesitas con camisetas de Batman me pidieron que les hiciera una foto con él.

Hachiko-san #shibuya #tokio #tokyo #japon #japan

Tokyo Tower
Después cogimos el metro hasta Shiodome para ver de cerca la Tokyo Tower. Como había bastante bruma descartamos subir y visitamos el cercano templo Zojo-ji, donde se celebraba una ceremonia. Por algunos detalles -una urna, una foto de un señor en el altar, una familia formalmente sentada al pie del altar- dedujimos que se trataba de un funeral. Aun así, un grupo de turistas hindúes hizo fotos sin parar.

Tokyo Tower #tokyo #tokio #japan #japon

Omotesando
A continuación paseamos por la zona de shopping de Omotesando, donde hay tiendas de las marcas de lujo -Loewe, Gucci, Tod’s, Louis Vuitton, Burberry…- y de cadenas como American Eagle. El estilo de los edificios, el amplio bulevar y el estilismo de las japonesas en esa zona te hacía pensar que estabas en Europa más que en Asia.

Omotesando #omotesando #tokio #tokyo #japan #japon

Harajuku
Y desde Omotesando enlazamos con Harajuku. Como a Gwen Stefani, a mí me encantó este barrio. Hasta ahí lo que tenemos en común. A medida que nos acercábamos a la calle de tiendas más animada, Takeshita Street, veíamos más y más cosplay. El arte de combinar vestidos y accesorios pastel, encajes, lazos, puntillas, delantalitos, pasadores, sombrillas y zapatos de charol no tiene límites para las chicas Harajuku.

Cosplay #harajuku #tokio #tokyo #japon #japan #cosplay

Parque Yoyogi
El tiempo empeoró cuando estábamos al final de Takeshita Street, junto a la tienda oficial del grupo jpop AKH47. Los truenos y relámpagos provocaron gritos de pánico entre las chicas Harajuku. Corrimos a resguardarnos bajo la marquesina de madera de la entrada del parque Yoyogi y allí permanecimos hasta que pasó la tormenta. En el parque se venera al Emperador Meiji y la Emperatriz Shoken, en agradecimiento al impulso que dieron a la industrialización y modernización de Japón. En su honor hay expuestas decenas de barriles de sake y de vino de Borgoña. Tras recorrer el frondoso- casi diría que umbrío, aunque precioso- parque lo abandonamos en medio de un furioso vendaval.

Barriles de sake de los diferentes productores del país #yoyogi #tokyo #japan

Parque Yoyogi #tokyo #japan #Yoyogi

Shibuya
Terminamos el día con un paseo por Shibuya de noche y una visita al L’Occitane Café del cruce, donde me tomé un zumo de legumbres. No sabía que esta marca había entrado en la hostelería.

Shibuya #shibuya #tokyo #tokio #japan #japon

Zumo de legumbres

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La madera que chilla en el castillo Nijō (Kyoto)

Después de la decepción de Osaka, por fin un castillo que merece la pena visitar. La residencia en Kyoto de los shogunes Tokugawa (s.XVII) era el castillo Nijō, rodeado por una gran fosa. Los shogunes eran los gobernadores militares que hubo en Japón hasta la revolución de 1867-68.

Castillo Nijo #nijo #kyoto #japan #japon

Para visitarlo tienes que descalzarte y seguir la ruta marcada, que da una vuelta completa al edificio principal. No permiten hacer fotos.

Castillo Nijo #nijo #kyoto #japon #japan

El suelo es de madera tratada de tal forma que a cada paso no cruje sino que chilla. De esta forma los guardias podían saber si había alguien caminando en torno a los aposentos. Si la visita es muy concurrida, como el día que estuve yo, el chillido es persistente.

Castillo Nijo #nijo #kyoto #japan #japon

En las estancias se recrean con dioramas escenas de la vida en el castillo, por ejemplo de la recepción del shogun a los señores feudales o del shogun en su cámara asistido por las damas de su séquito. Otras habitaciones estaban vacías pero permitían apreciar la decoración de los paneles, pintados por artistas de la época y que representan escenas muy estilizadas de la naturaleza: ramas de árboles y pájaros, principalmente.

En el tren camino a Asakusa, Tokio, 7 de mayo de 2012.
10.02 a.m.

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El puente que cruza la luna (Kyoto)

Titulo así el post porque me maravillan esos nombres japoneses. Ayer con el cielo raso disfrutamos de algunas estampas sublimes. Por fin vi el Kyoto que imaginaba. Hace años leí que la palabra belleza no es suficiente para capturar lo que encierra esta ciudad y todos los bosques que la rodean.

El Pabellón Dorado (Kinkaku)
Está en el recinto del templo Rokuon-ji, frente al estanque Kyōko-chi («espejo de agua»), en el que se refleja. El efecto es increíble, hipnotiza no solo el reflejo sino el destello dorado bajo el sol; sus plantas superiores están revestidas de hojas de oro.

Kinkaku (The Golden Pavilion) #kinkaku #kyoto #japon #japan

Los nenúfares de Ryoan-ji
Este templo es famoso por su jardín de piedras, al parecer quintaesencia de la estética zen. No cabía entero en la foto así que pongo la del estanque con nenúfares que hay a pocos metros, de lo más bonito que he visto en Kyoto.

No puede ser más bonito!!! #ryoan #japan #japon #kyoto

El puente Tōgetsukyo o «puente que cruza la luna»
Está en la región de Arashimaya, en la zona de Sagano, y a mí me recordó a El puente sobre el río Kwai. Debe de ser un destino dominguero a tenor de la oferta hostelera que hay caminando desde la estación. Las aguas son poco profundas y muchos visitantes dar un paseo en canoa por el cauce, de anchura considerable. Por lo que he leído, las preciosas montañas de Arashimaya -que tan bien se reflejan en el río- son perfectas para hacer rutas de senderismo o en bici.

Puente Togetsukyo #kyoto #japan #japon #puente #bridge

Muy cerca del puente, junto al templo Tenryu-ji, hay un pequeño bosque de bambú. Está vallado y no puedes caminar entre los árboles, pero si miras hacia el cielo son tan altos que te envuelven y te olvidas.

Bamboo forest

Shibuya, Tokio, 6 de mayo de 2012

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Flor de cerezo, leche con sal

Son las 19.55, ya noche cerrada en Japón, y estamos volviendo a Tokio en el Shinkansen. Vamos en un vagón de fumadores porque eran las últimas plazas que quedaban, y ahora lamento no haber traído mascarilla. Bastantes personas la llevan en el compartimento, de hecho es muy común verlas por todas partes. Al parecer las usan tanto los alérgicos como los que están resfriados o con algún virus y no quieren contagiar a los demás.

Hoy en Arashimaya creo que hemos comido el equivalente nipón al cocido, por aquello de que se toma en varias fases. En una cazuelita de metal con tapadera y base de madera te sirven la carne muy especiada -ternera o pollo, yo elegí lo segundo- acompañada de verduras y arroz. En un cuenquito te vas sirviendo raciones hasta que solo queda arroz. Entonces lo pones en el cuenco junto con el caldo que te ha traído la camarera mientras tomabas la carne, y lo aderezas con algas y cebolla china. Dicho así suena bien, pero no. Lo que había en mi cazuela era una plasta, eso en mi pueblo es que se te pase el arroz. Si ya era difícil comerlo con la carne, echarle más agua caliente podía ser dramático. Así que me tomé la sopa miso que estaba incluida en el plato y me puse a pensar en el merecido postre.

Pues eso #japan #japon

El postre fue un helado de un puestecito que vimos junto al restaurante. Costó decidirse porque había propuestas la mar de poéticas: vainilla negra, sésamo negro con leche de soja, leche con sal, flor de cerezo, melocotón blanco… Fui cobarde y me tomé el de rare chocolate & cookies, preparada para todas las sorpresas que podía esconder el «rare». Pero sabía a helado de chocolate occidental.

"Rare chocolate & cookie icecream"

Y una nota sobre la bebida: en el restaurante pedimos la única cerveza que tenían, Vedett Extra White. La camarera nos intentó explicar algo señalando la carta de sakes, con tal éxito que pedimos un sake y dos Vedett.

Sake #japon #japan

La Vedett, que según he comprobado es belga, resultó tener aspecto de cerveza muy clarita y sabor a sake, a patata o a algún ingrediente que no asocio a la cerveza. Claro que yo no soy cervecera. Así que me tomé dos tés verdes, que eran gratis y además los servían fresquitos.

Biru muy muy extraña de sabor #beer #cerveza #japon #japan

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Los ciervos de Nara

Por fin sol radiante en Kyoto a solo medio día de emprender el regreso a Tokio. Hoy nos hemos despertado con un hambre canina después de la cena de anoche a base de shabu-shabu. Cualquier plato de carne que no esté embadurnado en salsa es mi perdición estos días.

Shabu-shabu #kyoto #japon #japan

Acabábamos de regresar de Nara y allí habíamos visto decenas de puestecitos de brochetas. Olían que alimentaban pero para nosotros era la hora de la merienda y no procedía. Así que llegamos a Kyoto con un único deseo: comer carne https://vaigeneric.com/generic-viagra/. Dicho y hecho.

Pinchos en Nara #nara #japon #japan

En los jardines del templo de Nara hay cientos de ciervos que se dejan acariciar y fotografiar. En los tenderetes del mercadillo de la entrada vendían galletas para darles de comer. A esa hora de la tarde parecían más que saciados y les atraía más un puñado de hierba.

Konichiwa Ciervo-san! #nara #japan

El gran templo de Nara (Todai-ji) es el edificio construido íntegramente de madera más grande del mundo.

Nara. El edificio de madera más grande del mundo

En su interior está la estatua de Buda más grande de Japón y algunos diablos que preferirías no ver de noche.

Y dentro del Tōdai-ji tenemos el Virocana Budha, el mas grande de Japón, 30metros #nara #japan

Koumoku-ten hecho de madera en el templo Tōdai-ji #nara #japan

La otra gran atracción del templo es un grueso tronco de árbol horadado; el niño que lo atraviese alcanzará el Nirvana.

La cosa va así: Si consigues que tu zagal supere el pánico inicial y pase por este agujero en un pilar de madera del templo Tōdai-ji alcanzará el nirvana cuando muera #nara #japan

Camino a la estación nos detuvimos a admirar la pagoda de cinco pisos de Kofujuki, de las más altas del país y símbolo de Nara.

Pagoda de Kofujuki #nara #japon #japan

Y vuelta al hotel en la noche más fresca del viaje.

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El moderno castillo de Osaka

Última noche en Kyoto. Este día no ha sido tan agotador porque hemos pasado mucho rato en los trenes y a estas alturas viajar sentado es estar en la gloria.

Kyoto Tower #kyoto #japan #japon

El comienzo ha sido un fracaso. Desplazarte hasta Osaka para ver un castillo samurai y encontrarte una flamante reconstrucción con siete plantas de museo repletas de pantallas planas y vitrinas es frustrante. Siendo constructivos, mejor pensar que si no hubiéramos ido estaríamos lamentándolo, más que nada porque Osaka está a solo media hora de Kyoto.

Castillo de Osaka #osaka #japan #japon

Tras subir a pie siete plantas por una angosta escalera con una horda de turistas locales a velocidad de caracol por fin hemos alcanzado el mirador. Está al aire libre y da la vuelta completa a la torre, cual Empire State. A codazos te abres paso para tomar alguna foto de los rascacielos, luego bajas del castillo, te metes en el tren y adiós Osaka.

Desde el castillo de Osaka #osaka #japan #japon

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Los torii de Fushimi-Inari (Kyoto)

Tren rumbo a Osaka, 9.06 de la mañana. Ayer fue un día de templos en Kyoto, empezando por el de Fushimi-Inari. El recinto abarca toda la montaña, y lo recorres bajo una infinidad de puertas (torii) naranjas. Hay tramos llanos pero muchos más de escaleras. Oí exclamar a un americano «bone breaker!», y no le faltaba razón, no tanto por lo agotador de la ruta como porque había llovido horas antes y el suelo de piedra resbalaba. Merece muchísimo la pena el esfuerzo, te sientes en un lugar único en el mundo.

Fushimi-Inari #japan #japon

Al principio la subida es tumultuosa, pero no todos los visitantes hacen el recorrido completo y una vez en lo alto la sensación de aislamiento es liberadora. Allá arriba hay carteles que te advierten de que hay monos salvajes por la zona. Si los ves no debes sacarles fotos, mantener contacto visual, ofrecer comida o mostrar alimentos. Tienes que hacer como si les fueras a lanzar una piedra y entonces se van. Pero no vi ninguno siquiera de lejos 🙁

Fushimi-Inari #japan #japon

Antes de iniciar el ascenso, en uno de los templos se celebraba una ceremonia. Alguien entregaba un papel con su ¿plegaria? a las bailarinas, ataviadas con túnicas blancas con bandas de colores en las mangas. A continuación efectuaban una danza ceremonial acompañadas por instrumentos tradicionales y cánticos entonados por el grupo que estaba sentado al fondo del templo, también con vestimenta religiosa. Por último, bendecían a quien había hecho la petición con unos pequeños cetros dorados con cascabeles.

Fushimi-Inara #fushimiinara #japon #japan

A los pies de Fushimi-Inari degustamos la mejor comida del viaje hasta hoy sentados (recostada en mi caso) en tatamis. Callejeando camino a la estación vimos establecimientos que tenían en la calle una parrilla en la que preparaban pinchos de algún tipo de ave. Entramos en uno y pedimos exactamente eso. Era yakitori, por lo visto es común tomarlo al salir del trabajo acompañado de una cerveza. Lo habitual es que sea de pollo, pero en este caso no supe identificar el pájaro. Lo sirvieron despiezado, sin pincho, ¡estaba delicioso! Yo lo acompañé de una tortilla japonesa y un «orange juice» que era una especie de fanta sin gas. Además de té, por supuesto, que es lo primero que te ponen en la mesa cuando te sientas en un restaurante. De postre nada.

Yakitori #japon #japan

Tortilla japonesa #japan #japon #omelette

"Orange juice" (?) #japan #japon

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Noche mágica en Gion y Pontocho (Kyoto)

Diez de la mañana en la estación de Kyoto. Estoy sentada en un tren con destino a Fushimi Inari y aliviada por no tener que coger el autobús. Ayer tomé tres y constaté que el estoicismo nipón no conoce límites. El índice de humedad era insoportable, el calor insufrible y el número de pasajeros ni lo quiero saber. Pero allí seguían ellos, con su manga larga -alguna norma no escrita debe de decir que en estas fechas aún no puedes sacar la ropa de verano-, sin abrir ni una ventanilla y, lo más sorprendente de todo, ¡sin sudar una gota! Y mientras yo arrancándome el chubasquero, quitándome los brillos de la cara, haciéndome un moño y soltando el paraguas para poder resistir los minutos que me quedaran allí dentro.

Dicho esto, pasemos a lo bueno: la noche en Pontocho y Gion fue mágica, como si se hubiera detenido el tiempo. Pontocho es una larga callejuela de casitas tradicionales con farolillos colgando de las fachadas de madera. Acoge restaurantes de comida japonesa y casas de té y llega a su fin junto al río Kamogawa. Precisamente los locales más exclusivos tienen amplias cristaleras con vistas al cauce.

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Gion, al otro lado del río, es el barrio de las geishas. Había llovido y la tenue iluminación de las casas y farolas se reflejaba en los adoquines mojados y parecía que estabas dentro de un sueño. No había apenas trasiego por ser un día laborable y lluvioso.

El cableado de las calles es exterior, tanto aquí como en el resto de Kyoto, para detectar y arreglar averías fácilmente cuando hay terremotos. Esto le da un aire todavía más retro a Gion.

Gion #kyoto #japan #japon #gion

Paseando por Gion vi varios taxis que se detenían en alguna puerta y esperaban a que saliera el cliente. Podían pasar muchos minutos y allí seguían. Los pocos que circulábamos por la calle hacíamos tiempo por si aparecía una geisha. Pero no vimos a ninguna, solo señoras mayores con vestimenta tradicional que debían de ser instructoras o algo parecido.

Gion, el barrio de las geishas de Kyoto #kyoto #japon #japan

A mediodía visitamos el templo de Ginkaku-Ji, una delicia que ni con mal tiempo pierde encanto. Los senderos empedrados discurren entre estanques, jardines zen, construcciones tradicionales y unas cuantas ranas que no se callan aunque llueva.

Ginkaku-Ji #japan #japon #kyoto

Me encanta esta foto de jóvenes en kimono por los jardines. Los estampados que han elegido son de los más bonitos que he visto hasta hoy. He visto casos en los que se exceden con los contrastes o el tamaño de las flores, y eso le resta delicadeza al conjunto.

Tradition, Ginkaku-Ji #japon #japan #kyoto

A unos metros de Ginkaku-Ji empieza el Paseo de los Filósofos, un camino de piedra entre cerezos bordeando un pequeño canal. Tiene que ser impresionante durante el Sakura (floración de los cerezos) y un infierno para los alérgicos. Como era una tarde lluviosa estaba tan tranquilo que cualquiera no se arrancaba a filosofar.

Paseo de los Filósofos #kyoto #japan #japon

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