No tengo nada que escribir.
El día es más humilde que una página en blanco.
Luis García Montero siempre navega entre lo cotidiano y lo reflexivo, y por eso me gusta. Sacia mi intimismo con un puñado de versos y le da matices a mi mantra vive y deja vivir. Todo da un poco igual, sí, pero hay un par de cosas que no. Es bueno recordarlas leyendo Un invierno propio (2011).
Estoy agradecido
a la imaginación: un arma blanca
en ojos solitarios.
Pero me gustaría que fuese más realista,
realista como octubre,
por lo que dice de la piel y siente.
Que sus viajes pasaran cerca de la ciudad
y que tal vez cambiase
los hoteles del sur por nuestra casa.
… La espalda del mar
-muy de mañana-
cuando el azul y el sol no pertenecen
a los bañistas o al verano,
sino a la perfección de un mundo convencido
de su propia verdad.