Buscaba el París literario. El de los bouquinistes no existía, al menos en otoño. El de Amélie, tan exageradamente coloreado, sabía que era una fantasía, como el de Irma la dulce. El Pont Neuf era demasiado grande para una intimista como yo.
Había tantos parises que al final elegí el de Madame Olenska. En la secuencia final de La edad de la inocencia (Martin Scorsese, 1993), Newland Archer se sienta en un banco y mira hacia la ventana de Ellen, esperando verla después de media vida. Scorsese rodó esta escena en la placita de Furstenberg, que hoy alberga el museo de Eugéne Delacroix.
